Señor Yacente de la Cofradía del Santo Sepulcro de Puente Genil Obra anónima datada hacia 1622 |
Aún es frecuente oír a muchos de nuestros mayores llamar Sábado de Gloria al Sábado Santo. Mantienen esta forma de denominar a este día de la semana de Dios debido a que la Iglesia fijaba la resurrección la mañana del sábado, pero ahora lo hace el domingo, perdiéndose el nombre de Sábado de Gloria y pasando a llamarse Sábado Santo.
Ayudándome de alguna bibliografía y algunas consultas voy a intentar exponer el porqué y los motivos que impulsaron a este cambio de denominación según la doctrina eclesiástica, sin pretender, como siempre digo, sentar cátedra sobre el asunto.
El Sábado Santo, denominado hasta el Concilio Ecuménico Vaticano II Sábado de Gloria, es el segundo día del Triduo Pascual. Este Concilio se llevó a cabo el 11 de octubre de 1962 y se clausuró el 8 de diciembre de 1965, pero ya en 1956 el Sábado Santo deja de llamarse Sábado de Gloria y pasa a ser un día de silencio y recogimiento.
Hasta la reforma litúrgica de la Semana Santa acometida por el Papa Pío XII, encargada en 1955 a Monseñor Aníbal Bugnini como una especie de anticipo a la reforma litúrgica general del Concilio Vaticano II, se llamaba como se cita anteriormente a este día Sábado de Gloria, pues la celebración de la Resurrección (la Vigilia Pascual) tenía lugar en la mañana del sábado, debido a la norma del ayuno preparatorio a la Comunión sacramental desde la medianoche precedente. Considerando que el Viernes Santo ya había sido día de ayuno, era excesivo prolongarlo un día más casi completo. En 1951 Pío XII permitió, mediante el inesperado decreto “Dominicae Resurrectionis” de 9 de febrero (Vid. AAS 43 (1951), pp. 128-129), que la vigilia se realizase de noche, lo que tras otro decreto, el “Maxima Redemptionis” de 16 de noviembre de 1955 (Vid. AAS 47 (1955), pp. 838-841), fue obligatorio a partir de 1956. Desde entonces dicha Vigilia se celebra más razonablemente en horas de la noche, el Sábado Santo queda para los católicos más como un día de espera, expectante por la gran celebración que tendrá lugar unas horas más tarde. Esto se vio facilitado también por la reforma al ayuno preparatorio a tres horas antes de comulgar. El Concilio Vaticano II actualmente lo tiene fijado en una hora antes de comulgar.
Durante el día del sábado, como una viuda, la Iglesia llora la muerte de su Esposo. Es un contrasentido calificar de "glorioso" para la Iglesia un día en que oficialmente Jesús está muerto. La Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor, meditando su pasión y muerte y aquél "descenso a los infiernos" – al lugar de los muertos – que confesamos en el Credo y que prolonga la humillación de la cruz, manifestando el realismo de la muerte de Jesús, cuya alma conoció en verdad la separación del cuerpo y se unió a las restantes almas de los justos. Pero el descenso al reino de muerte es también el primer movimiento de la victoria de Cristo sobre la misma.
Hoy no se celebra sacrificio de la Misa ni se recibe comunión – a no ser el caso de viático -, aunque se reza la Liturgia de las Horas. No se concede celebrar el Matrimonio, ni administrar otros sacramentos, a excepción de la Penitencia y la Unción de los Enfermos. El altar permanece por todo ello desnudo hasta que, después de la solemne Vigilia o expectación nocturna de la Resurrección, se inauguren los gozos de la Pascua, cuya exuberancia inundará los cincuenta días pasados.
En la Liturgia del Sábado Santo éste es un día de luto. En la Iglesia Católica también se conmemora la Soledad de María después de llevar al sepulcro a Cristo, quedando en compañía del Apóstol Juan. Pueden ser expuestas en la Iglesia, a la veneración de los fieles, la imagen de Cristo crucificado, o en el sepulcro, o descendiendo a los Infiernos, ya que ilustran el misterio del Sábado Santo.
Aunque en muchos lugares sigue denominándose así por la costumbre, su uso es incorrecto. No obstante, dado el statu quo entre las iglesias cristianas respecto a las celebraciones litúrgicas en la Basílica del Santo Sepulcro de Jerusalén, como a la Iglesia Católica Romana le corresponden las horas de la mañana para sus oficios, la Vigilia Pascual sigue realizándose el sábado por la mañana en dicho lugar.