19 de julio de 2012

De nuestra enseña nacional y sus colores


Hará cuestión de dos semanas, tras finalizar un ensayo en mi querida ciudad de Écija, ciudad de la que siempre digo me une algo más que el río, al amparo de los muros del patio trasero de la parroquia de Santiago, el frescor que nos regalaba esa noche y el "olivo" que crece desde algunos años allí, en una tertulia agradable mantenida con amigos hablando, ¡cómo no!, de cofradías, vino al caso nuestra enseña nacional. La bandera rojigualda.

Y todo debido al despliegue que días atrás se dio en las calles de nuestro país por la victoria de nuestra ya heroica Selección Nacional de Fútbol. Nada de "La roja" como algunos "periolistos" deportivos se empeñan en tildar.

En fin, en lo ya más que consabido en esta nuestra patria que si no es en eventos de esta índole, el ondear orgullosos nuestra bandera en la muñeca, llavero, parte trasera de nuestro coche, etc... es causa inequívoca para que nos auto-etiqueten como, "malamente" llamados, fachas. Y es que el patriotismo en España parece ser que sólo corresponde y pertenece a nuestras tropas profesionales, sino... ¡je! Malagueñas.


A tenor de esto, y coincidiendo en lo cansino de ver banderas "no nacionales" en las que se plasman todo tipo de imágenes menos el escudo, como el comúnmente visto toro, (que si los nacionalistas catalanes pueden no reconocerla, menos aún con un torito) me recomendaron un artículo publicado en la web "Balleterismo" que trata sobre el origen de los colores rojo y gualda de la bandera española que hoy transcribo.


"Pudiera parecer poco romántico, pero hoy os contaremos el humilde origen de los colores que todos conocemos de la bandera española. Pues bien, la actual bandera rojigualda (hay que saber que a lo largo de la historia española hubo muchos tipos de banderas), proviene de un concurso que mandó el rey Carlos III porque la bandera de aquellos momentos, blanca de los borbones con el escudo de España, era fácilmente confundida con las banderas de otros países también de monarquías borbónicas, como Francia por ejemplo, dando lugar a muchas equivocaciones, a veces embarazosas, en el mar. Cansado de esto, Carlos III eligió entre una serie de doce modelos que se presentaron, a la actual bandera roja y amarilla. Y no por ningún motivo histórico de los antiguos reinos peninsulares como Castilla, Aragón, León, Navarra o Granada, sino porque el amarillo unido al rojo crea una combinación muy bien identificable en el mar, que era donde se enarbolaría por primera vez.

Así pues, en el Real Decreto dado en Aranjuez el 28 de mayo de 1785, Carlos III adjudicó el diseño ganador para los buques de guerra:

«Para evitar los inconvenientes y perjuicios que ha hecho ver la experiencia puede ocasionar la Bandera Nacional de que usa Mi Armada Naval y demás Embarcaciones Españolas, equivocándose a largas distancias ó con vientos calmosos con la de otras Naciones, he resuelto que en adelante usen mis Buques de guerra de Bandera dividida a lo largo en tres listas, de las cuales la alta y la baja sean encarnadas y del ancho cada una de la cuarta parte del total, y la de enmedio, amarilla, colocándose en ésta el Escudo de mis Reales Armas, reducido a los dos quarteles de Castilla y León, con la Corona Real encima; y el Gallardete en las mismas tres listas y el Escudo a lo largo, sobre Quadrado amarillo en la parte superior. Y que las demás Embarcaciones usen, sin Escudo, los mismo colores, debiendo ser la lista de enmedio amarilla y del ancho de la tercera parte de la bandera, y cada una de las partes dividida en dos partes iguales encarnada y amarilla alternativamente, todo con arreglo al adjunto diseño. No podrá usarse de otros Pavellones en los Mares del Norte por lo respectivo a Europa hasta el paralelo de Tenerife en el Océano, y en el Mediterráneo desde el primero de año de mil setecientos ochenta y seis; en la América Septentrional desde principio de julio siguiente; y en los demás Mares desde primero del año mil setecientos ochenta y siete. Tendréislo entendido para su cumplimiento.

Señalado de mano de S.M. En Aranjuez, a veinte y ocho de Mayo de mil setecientos ochenta y cinco».

Diseño ganador de los doce presentados
(Foto: Museo Naval Madrid)

La bandera ganadora del concurso empezó entonces a utilizarse a partir de 1785 en los buques de guerra y mercantes, ampliándose por las Reales Ordenanzas de la Real Armada de 1793 su uso a las Plazas y Castillos marítimos y otros establecimientos de la Armada, como arsenales, astilleros, cuarteles, observatorios, Escuelas de Guardamarinas...

Sólo a partir de 1843, bajo el reinado de Isabel II la bandera rojigualda fue la bandera nacional, abandonando la blanca, al igual que hiciera su bisabuelo.

Así que ya sabemos que hasta esa fecha la bandera rojigualda fue, por así decirlo, la bandera de la Real Armada, siendo la blanca la "oficial" de España. De ahí el error de muchos pintores, nacionales y extranjeros, que en sus cuadros navales de antes de 1785 pintaban en los barcos españoles la bandera rojigualda, cuando debería ser la blanca (en el mar el color blanco no significaba rendición; si un barco se rendía ante un enemigo arriaba su bandera nacional, no sacaba trapos blancos - otro común error-) o en los ejércitos de tierra con flamantes banderas rojas y amarillas cuando estas eran sólo de uso por la Real Armada".

Modelos presentados a Carlos III
(Foto: Museo Naval Madrid)

Y para los más curiosos en estas lindes les facilito el enlace a la wikipedia, que algunos no catalogan como fiable al 100%, pero... Ahí podrán encontrar un extenso muestrario de las banderas que han formado parte de la historia de España. Pero actualmente, la que es, es.


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